Andi Uriel Hernández Sánchez
La masacre de refugiados africanos perpetrada en conjunto por las fuerzas armadas españolas y marroquís el viernes 23 de junio en Melilla y el hallazgo de migrantes muertos por asfixia en el interior de un camión de carga en San Antonio, Texas, este 27 de junio, son tan solo dos de los más recientes frutos podridos que el neoliberalismo económico y el imperialismo estadounidense-europeo le están legando al mundo y contra el que los trabajadores del mundo entero deben levantarse.
En el primer caso, se habla de alrededor de 37 personas asesinadas y más de 150 heridas, provenientes de países africanos empobrecidos como Chad, Níger, Sudán del Sur y Sudán y que, sin duda alguna, calificaban como solicitantes de asilo bajo las normas del derecho internacional, que intentaron cruzar a Melilla, un enclave español a orillas del Mar Mediterráneo en África que hace frontera con Marruecos.
En el segundo caso, se trató de la muerte de más de 50 personas muertas: 22 mexicanos, 7 hondureños y 2 guatemaltecos (los demás estaban por identificar), más 16 personas heridas (4 menores incluidos) que fueron abandonadas en el interior de un camión de carga por los traficantes de personas que, como en muchos casos, ofrecen transportar “seguramente” a migrantes que buscan el sueño americano huyendo de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades de sus lugares de origen.
Ambos casos indignan y preocupan porque no se tratan de los primeros y seguramente no serán los últimos. “Hace tiempo ya que las fronteras de Europa […] son las más mortíferas del planeta. Desde el Egeo hasta Gibraltar, el [mar] Mediterráneo se ha convertido en una fosa común para millares de hombres, mujeres y niños que huyen de las guerras y la pobreza. La globalización neoliberal ahondó las desigualdades estructurales legadas por el colonialismo.” (Elviejotopo.com, 29 de junio). Y es el mismo caso en la frontera estadounidense con México, además, desde la llegada de López Obrador al poder, el trato hacia los migrantes centroamericanos y caribeños dado por el gobierno mexicano se ha vuelto más inhumano y, por tanto, su paso por nuestro país más peligroso.
Los trabajadores de todo el mundo deben saber que el empobrecimiento sufrido por las naciones africanas y americanas, de las que huyen los migrantes, solo tiene su explicación en el saqueo, la expoliación y las guerras neocoloniales perpetradas por el imperialismo norteamericano y europeo para hacerse del control de materias primas y nuevos territorios en donde vender sus mercancías, pero también para trasladar sus capitales y encontrar trabajadores a los que se les pague una miseria a cambio de laborar en las filiales de las grandes empresas trasnacionales. Esto ha dado como resultado que la pobreza, provocada por los bajos salarios, el desempleo y la falta de condiciones dignas de vida, así como por la violencia, que también es hija legítima del neoliberalismo rapaz, empuje a más personas a escapar de estas precarias condiciones de vida con la esperanza de encontrar en el “mundo Occidental civilizado” un lugar en donde vivir mejor, aunque en la mayoría de los casos solo encuentren muerte o más sufrimiento.
En los últimos días, han tenido lugar la cumbre de jefes de Estado del Grupo de los 7, (el club de las economías más ricas del planeta: Estados Unidos, Cánada, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón) y también la de la OTAN (la coalición militar imperialista) pero en ninguna se ha hablado de la crisis migratoria que atraviesa el mundo. Muchos analistas llevan semanas diciendo que se avecina la peor crisis alimentaria del siglo, acelerada por la falta de comercialización de los cereales ucranianos y rusos a distintos países, sobre todo africanos, debido a la guerra de Ucrania, por lo que se espera que las olas migratorias cada vez sean más grandes.
El G7 emitió un comunicado en el que anunció que los gobiernos de estos países destinarán en conjunto 4.500 millones de dólares adicionales para combatir el hambre y la desnutrición a nivel mundial, que se suman a los 10,000 millones prometidos en mayo de 2021. Sin embargo, diversas organizaciones no gubernamentales han señalado que esta cantidad es totalmente insuficiente.
“El director de políticas de desigualdad de Oxfam, Max Lawson, comentó que millones se enfrentarán a una hambruna y una inanición terribles debido a que los dirigentes del G7 no tomaron las medidas necesarias para enfrentar la peor crisis de hambre en una generación… y agregó que se necesitan al menos 28.500 millones de dólares más […] para financiar inversiones en alimentos y agricultura para acabar con el hambre y llenar el enorme vacío en los llamamientos humanitarios de la ONU” (RT, 29 de junio).
La directora de política global y defensa de Christian Aid, Fionna Smyth, refirió que “al igual que los 7.000 millones de dólares comprometidos por el G7 en el Pacto contra la Hambruna para acabar con el hambre el año pasado, no hay indicios de dónde vendrán los 4.500 millones de dólares de este año o cuándo llegarán a las personas que lo necesitan desesperadamente» (Ibid). Es decir, se trata de pura simulación para colocar titulares tranquilizadores en la prensa.
Por otro lado, en la cumbre de la OTAN solo se habló de elevar el gasto militar de sus países miembros y del envío de más de 300 mil soldados a los países europeos cuya frontera está más cerca de Rusia. Millones de dólares gastados en una guerra que tiene como propósito debilitar a Rusia para apoderarse de sus recursos naturales y para aniquilar las esperanzas de un mundo distinto al que tenemos hoy, dinero que pudiera utilizarse para acabar con el hambre y la pobreza del mundo, si realmente fueran los derechos humanos lo que les preocupara a los rapaces imperialistas.
Como escribiera el Ing. Aquiles Córdova Morán en un reciente artículo: “la tarea de hoy es la lucha de los trabajadores y los pueblos del mundo en contra del imperialismo”. A los mexicanos nos toca hacerlo desde nuestro país, organizándonos y educándonos para estar en condiciones de construir una patria mejor para todos, en donde todos tengamos empleo y buenos salarios y nuestros paisanos no mueran en la búsqueda de mejores oportunidades de vida. “Así, cuando llegue el momento en que el imperialismo ya no esté en condiciones de impedirlo, estaremos preparados para dar el salto cualitativo hacia un mundo distinto, no perfecto ni paradisíaco, simplemente menos inhumano y cruel que el actual” (ACM).
Por mi parte, como hijo de quien en vida fuera un inmigrante, tengo razones suficientes para creer que el imperialismo no tiene nada qué ofrecer a la humanidad, que no sea más pobreza y sufrimiento, y que un mundo distinto no solo es necesario sino plenamente posible. Invito a mis amables lectores a disponerse a trabajar en esta tarea.