Andi Uriel Hernández Sánchez
Este 3 de septiembre, China conmemoró el 80 Aniversario de la resistencia del pueblo chino contra la invasión japonesa y el fin de la guerra mundial anti fascista, como parte de los esfuerzos del gigante asiático para evitar la tergiversación de la historia que intenta ocultar o minizar el inmenso sacrificio del pueblo chino y de otros pueblos en la derrota del nazi-fascismo europeo y el militarismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Para los chinos y los pueblos asiáticos, la Segunda Guerra Mundial no comenzó con la invasión de Alemania sobre Polonia en septiembre de 1939 sino con la invasión de Japón a la región de Manchuria, en el norte de China, el 18 de septiembre de 1931 y se recrudeció a partir de julio de 1937 con la toma de Beijing. La invasión japonesa se extendería durante 14 largos años, tiempo en el cual el pueblo chino sufrió más de 35 millones de bajas.
Algunos de los más traumáticos episodios de la Segunda Guerra Mundial no ocurrieron en suelo europeo, a pesar de que los crímenes de los nazis alemanes son inenarrables, sino que tuvieron lugar en China. Los japoneses, cegados por una ideología supremacista y militar que justificara la expansión de su imperio sobre los pueblos del Lejano Oriente y el Pacífico, cometieron atrocidades tan viles como la masacre de Nanjing de 1937 en la que asesinaron a más de 300 mil chinos y violaron masivamente a más 200 mil mujeres y niños, además realizaron crueles e inhumanos experimentos químicos y biológicos sobre prisioneros chinos, incluido niños, “tan viles que incluso conmocionaron a los observadores nazis”.
El pueblo chino resistió y venció a los invasores gracias a la dirección del Partido Comunista Chino, partido de vanguardia de los campesinos y los obreros, en alianza con otros grupos nacionalistas y durante los últimos años del conflicto lograron retener a más de un millón de soldados japoneses con lo que contribuyeron inobjetablemente para acelerar la derrota de Japón y del Eje Fascista Mundial, por lo que tienen legítimas razones para festejar.
Muy poco de esto se conoce en el llamado mundo occidental, México incluido, como resultado de las groseras tergiversaciones históricas del imperialismo estadounidense, que se empeña en ocultar sucesos históricos trascendentes como los arriba señalados y en fabricar descaradamente otros para exagerar la participación del ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, mismos que son promovidos por su poderoso aparato de propaganda. Estados Unidos lleva décadas reescribiendo la historia para presentarse como los vencedores principales de la Segunda Guerra Mundial y con ello justifican su hegemonía casi absoluta sobre el mundo entero.
Lo más grave de la tergiversación histórica es que se oculta las verdaderas causas de la Guerra Mundial, obviando que el fascismo no es más que la expresión ideológica y política más agresiva del imperialismo económico. Pues el objetivo de los países del Eje, particularmente Alemania y Japón era apoderarse de las riquezas del mundo entero, aunque para lograrlo tuvieran que esclavizar o exterminar a los pueblos y naciones que consideraban como inferiores.
Exactamente el mismo objetivo que actualmente persigue la élite económica y política de Estados Unidos y sus aliados europeos, agrupados en la OTAN, causantes de las guerras y conflictos armados que existen por todo el planeta, en su afán por apoderarse de los mercados de todo el planeta y que son la prueba de que el fascismo no murió con Hitler y compañía, sino que simplemente cambio de depositarios. Basta dar una revisada somera a lo que ocurre en la Franja de Gaza, donde se cometen atrocidades tan viles como las de las hordas nazis, para comprobarlo.
Por ello, para evitar que el mundo olvide la verdad histórica y para poner a la humanidad en alerta ante el grave peligro que nos amenaza, es que Rusia y China decidieron realizar sendas conmemoraciones por los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Estados Unidos y sus aliados decidieron guardar un sospechoso silencio. Al mismo tiempo, ambas naciones han reiterado enfáticamente sus intenciones de promover un nuevo orden mundial multipolar en oposición al hegemonismo estadounidense.
En el marco de las celebraciones por el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en China, tuvieron lugar una serie de encuentros bilaterales entre Xi Jinping, presidente chino, y otros destacados líderes del bloque que lucha por construir el mundo multipolar como Vladimir Putin, líder ruso o Narendra Modi, primer ministro indio. Asimismo, en la ciudad de Tianjin, China tuvo lugar la Cumbre de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái, compuesta por China, India, Rusia, Pakistán, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Bielorrusia, varios de estos países también son actuales miembros del BRICS, a esta reunión asistió en calidad de observador, Antonio Guterres, Secretario General de la ONU.
En estas reuniones diplomáticas fue contundente el mensaje de unidad y armonía entre los países que se resisten a la voracidad de control global del imperialismo estadounidense y fue firme la posición del bloque de continuar avanzando en la construcción de fuertes lazos comerciales, al margen del dominio del dólar estadounidense; en seguir impulsando nuevos mecanismos de gobernanza global y reformar la ONU, actualmente secuestrada por los intereses imperialistas; condenar de forma unánime las agresiones militares unilaterales en contra de las naciones débiles y desarrollar gigantescos proyectos de infraestructura y comunicación entre las naciones del bloque. Es decir, se han dado pasos firmes en el modelo de cooperación, respeto y beneficio mutuo entre las naciones, que son la esencia del orden mundial multipolar impulsado por Rusia y China.
La transición entre el mundo que muere y el que está naciendo, no será fácil de ninguna manera, el imperialismo norteamericano aún concentra mucho poder económico, político y militar y en la medida en que siente que su poder sobre el mundo se diluye se está volviendo más agresivo, por ello, las palabras de Xi Jinping, pronunciadas durante la conmemoración de los 80 años del triunfo del pueblo chino en la Segunda Guerra Mundial, no deben ignorarse: “Hoy día los seres humanos nos enfrentamos una vez más a las opciones entre la paz o la guerra, debemos ponernos firmemente del lado correcto de la historia y del lado del progreso de la civilización humana… (para formar) una comunidad de futuro compartido para la humanidad”.
Ese es el anhelo de todos los que luchamos por un futuro mejor para los pobres del planeta. Por lo que es crucial que comprendamos que tanto la victoria del pueblo chino contra el militarismo japonés como la del pueblo soviético sobre el nazismo alemán, fue fruto del gran esfuerzo del pueblo trabajador organizado y fuertemente concientizado en ambas naciones, a cuya cabeza en uno y otro caso se encontraba un fuerte partido de revolucionarios profesionales, un partido de nuevo tipo, con lo mejor y más decidido de los sectores trabajadores, que contó con la claridad científica y la unidad de acción necesaria para dirigir a sus pueblos hasta la victoria. Esa valiosa lección debe ser rescatada por todos los verdaderos revolucionarios en el planeta, pues ha probado ser lo único realmente eficaz para construir una sociedad nueva y superior.