Samuel Aguirre Ochoa
Cada día incrementa el número de articulistas y analistas que acusan de mentiroso, tanto al presidente de la República, como a sus funcionarios. Este señalamiento de recurrir a la mentira como estrategia de gobierno es reiterado. La consultora SPIN, empresa especializada en el análisis de las mañaneras, reportó en marzo del 2022 que Andrés Manuel López Obrador ha hecho 76 mil 544 afirmaciones NO VERDADERAS durante el periodo que va del 3 de diciembre del 2018 al 31 de marzo del 2022.
Diversos periodistas y actores políticos que escriben en la prensa internacional, nacional y en los estados, acusan al mandatario de haber mentido con el caso de la rifa del avión presidencial, en el manejo de las cifras sobre el número de contagios y muertos durante la pandemia del Covid-19, sobre el número de homicidios dolosos cometidos en su administración, cuando afirmó que había logrado bajar el precio de la gasolina, al haber sostenido que el Aeropuerto Felipe Ángeles estaba concluido cuando no es así, y el caso más reciente, al inaugurar la refinería de Dos Bocas, cuando en la realidad aún falta mucho para terminarla.
Aunque el presidente se defienda, afirmando que él tiene sus propios datos y que quienes lo critican son conservadores, enemigos de la transformación que está llevando a cabo, las cifras de organismos especializados como el INEGI, el Coneval, la Organización Mundial de la salud, la OCDE, etc. confirman que los morenistas mienten sistemáticamente, que la mentira es algo intrínseco al gobierno de la cuarta transformación.
No puede ser de otra manera, porque hay que recordar que el actual mandatario llegó al poder en el momento en que el pueblo mexicano estaba harto de las malas políticas de los gobiernos anteriores que surgieron de las filas del PRI y del PAN. La pobreza, el desempleo y la marginación llevaron a la gente a la desesperación y al descontento, hecho que podía generar una crisis política en el país muy peligrosa para las clases del poder económico, para la clase del dinero, que son quienes verdaderamente mandan en México.
Los dueños del capital extranjero y nacional que engorda día con día gracias al trabajo no pagado de los obreros en las ciudades y de los jornaleros en el campo, para evitar riesgos de un estallido social que afectara las ya debilitadas bases del modelo económico capitalista prefirieron permitir la llegada al poder de un supuesto gobierno de izquierda, manipulador de las masas empobrecidas, que les sirviera de apagafuegos y que con el uso de un lenguaje izquierdisante condujera el descontento hacia donde a ellos les conviene, hacia inmovilismo y la paralización.
De ahí es que vemos al presidente echándole flores a un Carlos Slim, a un Ricardo Salinas Pliego y a otros poderosos magnates que son los que manejan la economía nacional. Los líderes de Morena desaparecieron la teoría de la plusvalía, que constituye el mecanismo mediante el cual los grandes capitalistas se apoderan del trabajo no pagado al obrero, y que constituye la causa del incremento de su riqueza, por el planteamiento de que la pobreza es consecuencia de la corrupción.
Esto último es falso, el verdadero problema radica en que los grandes empresarios no pagan un salario digno a los trabajadores, en que el desempleo es parte del capitalismo y que la política fiscal implementada por el gobierno mexicano favorece a los ricos, en perjuicio de los pobres. Y, que, por tanto, la solución a los problemas del país es cambiar este sistema explotador y no solo combatir la corrupción. Con o sin corrupción, en el capitalismo las relaciones de producción predominantes son de explotación.
Es por eso que vemos a un gobierno de “izquierda” que prohíbe la organización de las masas populares, que conculca el derecho de gestión y de libre manifestación; que en los hechos niega la lucha de clases, pero esa lucha está ahí, presente, lo queramos o no, y dicha realidad convierte a la mentira en una necesidad absoluta para los gobiernos de Morena. No pueden hablarle con la verdad a la gente y tienen que hablar de una transformación, de que la economía, la seguridad, la educación, la salud, etc. van bien y que no hay de que preocuparse.
Quieren hacernos creer que los programas asistenciales del presidente son la solución a los problemas de todos los mexicanos. Pero las cosas no son así, Morena gobierna para los ricos.