Samuel Aguirre Ochoa
Con motivo de las inundaciones en 5 estados de la República se ha generado un debate entre el actual gobierno y los comentaristas de las redes sociales sobre la importancia del Fonden (Fondo Nacional para Desastres Naturales). Por un lado, los ciudadanos alegan que el Fonden sí servía, porque era un fideicomiso resguardado en los bancos, a disposición de la Secretaría de Gobernación en caso de desastres naturales, que podía utilizarse rápido y que lo mejor hubiese sido se mantuviera, curandolo de sus males; por otro lado, el gobierno federal actual alega que había mucha corrupción en el manejo de dichos recursos y que los trámites para activarlo eran sumamente engorrosos, por estas razones los funcionarios consideran que lo mejor fue eliminarlo.
Hasta donde se sabe este Fondo se iba incrementando de forma anual pero siempre tenía recursos disponibles, hasta el último año del ex presidente Enrique Peña Nieto, el monto total depositado en el Fonden ascendía a 32 mil millones de pesos. El gobierno federal sostiene que en la actualidad existe una partida presupuestal manejada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para la atención de los desastres naturales, que este año asciende a 18 mil millones de pesos, la diferencia es que esta partida no está concentrada en un fideicomiso y por tanto no se encuentra disponible al momento en que se necesita, sino que el gobierno tiene que ver ahora cómo recabarlo.
Es por eso que después de cinco días, el gobierno no tiene la menor idea de dónde va sacar el dinero para reparar los daños ocasionados por el huracán Priscila y la depresión tropical Raymond, es más ni siquiera tienen alguna idea de a cuánto ascienden los daños ocasionados en puentes, carreteras, viviendas, hospitales, escuelas, comercios, pérdida de autos, cultivos, ganado, etc. Pero seguramente será una cantidad muy superior a la partida presupuestal asignada para estos años, mismo que para acabar de fastidiar se reducirá para el próximo año, pues el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 considera asignar solo 16 mil millones de pesos, dos mil millones menos que este año.
Cada quien saque sus respectivas conclusiones.
El otro debate que se ha generado es sobre si se avisó o no a la gente sobre que la gravedad del fenómeno natural que se avecinaba. El gobierno federal sostiene que “no había manera científica de calcular la cantidad de agua que iba a llover” y que sí avisaron a la población que el nivel de los ríos estaba creciendo. En cambio, los ciudadanos aseveran categóricamente que no se les avisó ni por parte del gobierno municipal ni del gobierno estatal.
En cuanto a este punto, el periodista Joaquín López Doriga, fue muy preciso al señalar que el Sistema Meteorológico Nacional, dependiente de la CONAGUA, anunció diariamente desde el lunes 7 de octubre y hasta el jueves 9 de octubre, la proximidad de la tormenta y denunciando el riesgo que esta podía acarrear a la zona norte de Veracruz y a los otros estados de la República, a pesar de lo cual ni la Secretaría de Protección Civil estatal ni los sistemas municipales de protección civil hicieron su tarea.
También se ha querido culpar a la naturaleza de los daños ocasionados a la población, pero esto es un absurdo, porque ésta es la fuente de riqueza de los hombres a lo largo de toda la historia de la humanidad: los hombres con su trabajo le arrancan las materias primas que luego transforman en productos para el consumo y para fabricar herramientas, para vestirse, para la vivienda y para satisfacer las necesidades sociales.
En la sociedad actual no existe una planificación de la producción de los bienes que la humanidad necesita para sobrevivir, sino que se produce pensando en la obtención del máximo de ganancia por parte de aquellos que han acaparado los medios de producción, situación que genera crisis económicas cíclicas, en las que se producen muchas mercancías, pero no hay demanda solvente, es decir, la gente no tiene dinero suficiente para adquirir todo lo que se produce.
En el afán de enriquecimiento los grandes dueños del capital están destruyendo la naturaleza, los gobiernos no están invirtiendo en obras para cuidarla ni construyendo infraestructura hidráulica que proteja a la población. La ambición de enriquecimiento de unos cuantos individuos es, pues, la causa fundamental de que los desastres naturales se agraven cada vez más y de que afecten severamente a la población, particularmente a las familias más humildes que viven en zonas marginadas. Por tanto, los debates que se están dando en la prensa y en las redes, aunque correctos, no van al fondo del problema.
¿Quién está resolviendo al final de cuentas los problemas de los damnificados del norte de Veracruz?, es el mismo pueblo el que se ha unido y solidarizado de forma espontánea para ir resolviendo los problemas y, si el pueblo es quien está pudiendo hacer esto, también el pueblo podrá construir en el futuro una sociedad mucho mejor que la actual, en la que la riqueza se distribuya de manera más equitativa.
Alguien puede alegar que al final de cuentas el gobierno va poner dinero, hecho que es cierto, pero no olvidemos que este dinero es del pueblo que lo paga en forma de impuestos. Conclusión: el pueblo en general no le debe nada a los gobiernos.
Por lo pronto, llamamos al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum a realizar una evaluación total de los daños en todos los municipios y sus comunidades y se instrumente un plan urgente para que se apoye a la gente y se reconstruya lo perdido.