POBREZA Y ABANDONO EN VERACRUZ

Samuel Aguirre Ochoa

A lo largo de los últimos seis años, los antorchistas veracruzanos denunciamos reiteradamente la actitud represiva del gobierno encabezado por Cuitláhuac García, así como su indiferencia ante los problemas más urgentes que se viven en los pueblos y colonias del estado. Dijimos que no le importaba su prestigio como político ni el de su administración pues al fin de cuentas se quedarían con el poder haciendo uso de la violencia de todo tipo y de otras acciones fuera de la ley.

El tiempo nos ha dado la razón, pues sus partidarios se impusieron, sin embargo, Cuitláhuac García Jiménez será recordado como uno de los peores gobernadores de Veracruz, marginado incluso por su propio grupo político, que no lo ha considerado para ocupar ningún cargo público ni a nivel federal y mucho menos estatal.

El gobierno de la Cuarta Transformación hizo uso de la Fiscalía del Estado, de la Secretaría de Seguridad Pública y de un secretario de Gobierno, que ahora desconocen, para fabricar expedientes judiciales, para perseguir y encarcelar opositores. Se trató de aniquilar a las organizaciones populares, a todas las instituciones y organismos autónomos que fueran un obstáculo en su intento de concentrar el poder y realizar su pretendida transformación.

A nivel federal realizaron cambios sustanciales en la estructura política del país para desmantelar al viejo Estado democrático liberal, basado en la división de poderes, para concentrar todo el poder en la figura presidencial, sin embargo, no hubo ningún cambio esencial en la estructura económica de la nación, pues el modelo neoliberal que ha imperado en México los últimos 40 años se mantiene gozando de cabal salud.

El problema principal de esto es que a la población no le queda claro para qué se está demoliendo el viejo Estado, porque, aunque se dice que las modificaciones a la estructura política buscan garantizar la continuidad de la Cuarta Transformación, a los mexicanos nadie les ha explicado realmente en qué consiste la Cuarta Transformación y solo se le ha ofrecido como opción que se gobernará con el “humanismo mexicano”.

Pero hay quienes avizoran de qué se trata en el fondo: se busca fortalecer y alargar lo más posible la vida del decadente modelo de producción capitalista que ha entrado en crisis y llegado a su fase final. El neoliberalismo, que es la última forma que ha asumido dicho modo de producción, fue implantado en todas las economías de libre mercado a nivel mundial a finales de la década de los 80 del siglo pasado y en esencia consistió en reducir al mínimo las prestaciones por parte de las empresas y el gobierno hacia la clase obrera mundial, desde reducir los salarios, alargar la edad de la jubilación y modificaron el sistema ahorro para el retiro, haciendo que el trabajador aporte más dinero.

También se recortaron los servicios sociales que se reconocían como obligación de los gobiernos, por ejemplo, la educación gratuita, la salud, falta de creación de reservas territoriales para dotar de lotes a los que no tienen en donde vivir, las ayudas para mejorar la vivienda y otros servicios básicos como el drenaje, la electricidad barata, el agua potable asegurada, las pavimentaciones de calles, etc.

El neoliberalismo sostiene que todos los servicios sociales deben privatizarse, para que el gobierno deje de gastar en ellos y no requiera mayores ingresos y puedan bajar los impuestos a las grandes empresas, a los grandes capitales. Esto significa que se trata de una redistribución de la riqueza social, pero al revés, porque implica dejar de gastar en las clases trabajadoras y pobres, para incrementar la riqueza en las manos de unos cuantos magnates. Tal como sucedió en México, en donde la riqueza de los 14 multimillonarios mexicanos se duplicó en ese sexenio y ahora concentran el 48% de toda la riqueza del país

El expresidente López Obrador decretó en Palacio Nacional el fin del neoliberalismo en México, pero es una falsedad porque este modelo económico al ser un problema estructural del sistema económico mundial, no puede desaparecer por voluntad de ningún presidente. Se trató de una mentira muy grande.

En lo económico los únicos cambios en pro de la gente fueron los programas sociales y el aumento de los salarios a los trabajadores formales, los cuales no están sostenidos en un aumento de la riqueza del país ni en la productividad de la producción, por lo que están sostenidos con alfileres.

Para que esto sea sostenible se requiere desarrollar la ciencia en México, crear nuestra propia tecnología, modernizar nuestra planta productiva e incrementar la inversión. Por otro lado, las transferencias monetarias directas en las tarjetitas del gobierno actual no sacaron ni sacarán de la pobreza a los mexicanos, pero estos apoyos le salen más baratos al gobierno que resolver la verdadera problemática de toda la población.

Cuitláhuac García Jiménez, ignorante de estos fenómenos económicos a nivel planetario, siguió ciegamente los designios del gobierno federal, encabezado por AMLO, y de las fuerzas del imperialismo que impulsaron a éste al poder del país, el gobernador se dedicó a la pachanga, fomentó el nepotismo, no resolvió los problemas de los veracruzanos y permitió que la corrupción se incrementara. El número de pobres ha crecido en Veracruz, la delincuencia se ha incrementado y los sectores populares se encuentran en el abandono.

Al final del sexenio cuatroteísta, el problema fundamental sigue siendo la desigualdad y el crecimiento de la pobreza, con el aumento de todos los males que la propia pobreza acarrea en la sociedad actual. Sin embargo, con el tiempo la población va aprendiendo a discernir sobre los diferentes tipos de política, a comprender los fenómenos económicos y, sobre todo, a distinguir a los hombres y mujeres que luchan verdaderamente por el avance y desarrollo del país de aquellos que son improvisados y desconocedores del pensamiento filosófico
y económico que permitan la emancipación de las clases trabajadoras.