Andi Uriel Hernández Sánchez
Es un hecho inminente que en estos días el Congreso de la Unión aprobará el paquete de reformas constitucionales que incluye la reforma al Poder Judicial, la desaparición de diversos organismos autónomos, la y incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA y otras 15 modificaciones más. Este 4 de septiembre ya fue aprobada en lo general la reforma judicial en la Cámara de Diputados y aunque aún faltan varios procedimientos para que sea ley, todo avanza según el plan del presidente López Obrador.
Estos hechos han provocado que diversos analistas y opinadores, tanto simpatizantes de la 4T como opositores, consideren que en México vivimos un cambio de régimen y que se está consolidando efectivamente el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Además, en su último discurso en el Zócalo de la Ciudad de México con motivo de su Sexto Informe de Gobierno, el presidente López Obrador pintó un panorama bastante halagëño de los resultados de su gestión dijo, entre otras tantas exageraciones y mentiras abiertas, que “tenemos el mejor sistema de salud del mundo, no solo mejor que el de Dinamarca”, que “más de 10 millones de mexicanos salieron de la pobreza”, también dijo que “se acabó la corrupción y que el gobierno se ahorró más de 2 billones de pesos”. En fin, López Obrador sentenció: “vivimos un proceso de transformación que es irreversible”.
Es importante entender que tanto el gobierno como algunos analistas comprenden por “régimen”, únicamente al conjunto de organismos y leyes que conforman la forma de gobierno que existe en México, por lo tanto, cuando habla de un cambio de régimen se refieren únicamente a una modificación superficial de superestructura de la sociedad. Sin embargo, esto es falso.
Un verdadero cambio de régimen implicaría necesariamente una revolución social radical para modificar, en primer lugar, el modo de producción, es decir la forma en cómo se producen y se distribuyen los bienes materiales que la sociedad en su conjunto necesita para sobrevivir, es decir, un verdadero cambio de régimen tendría que transformar la infra estructura social, que tiene como base las relaciones sociales de producción. Nada de esto está ocurriendo en el gobierno de López Obrador y los antorchistas tampoco creemos que ese sea el camino que necesita tomar México en las condiciones actuales.
A pesar de los cambios constitucionales que los morenistas han emprendido, México seguirá siendo un país capitalista en donde el poder político, el Estado, está controlado por la clase social que concentra en sus manos los medios indispensables para producir bienes materiales, mientras que la inmensa mayoría de la población tiene que trabajar para esa pequeña élite a cambio de un salario que muchas veces no alcanza ni para lo indispensable. Veamos algunos datos:
Según Oxfam México, los 14 multimillonarios más ricos del país duplicaron sus fortunas en los últimos 6 años y pasaron de concentrar el 44% de la riqueza total de México a tener en sus manos el 60%. Mientras que de otro lado, el Coneval (un organismo que pertenece al propio gobierno) sostiene que más de 10 millones de mexicanos cayeron en la pobreza durante el sexenio lopezobradorista.
Es más, según una investigación de la revista buzos de la Noticia, el gobierno favoreció el incremento y la concentración de la riqueza en la élite económica del país, pues 10 de los 14 multimillonarios del país recibieron contratos directos, adjudicaciones y concesiones del gobierno mexicano, lo que les permitió acrecentar sus fortunas.
El propio presidente López Obrador reconoció en una de sus más recientes mañaneras que durante su gobierno
”ningún gran empresario mexicano perdió dinero”, que por el contrario, fue una época de bonanza para los capitalistas nacionales y extranjeros. Asimismo, durante la Convención Bancaria celebrada en Acapulco, Guerrero en abril pasado, los banqueros agradecieron al gobierno de la 4T, pues nunca en su historia reciente habían ganado tanto dinero como en los últimos 6 años; solo en 2023 las ganancias de los grandes bancos rompieron récord: se embolsaron más de 273 mil millones de pesos, provenientes de los altos cobros de intereses hacia sus deudores.
Sobre las abiertas mentiras del presidente López Obrador dichas en su último informe, solo hace falta echar una ligera búsqueda en los datos oficiales de su gobierno para desmentirlo. No tenemos el mejor sistema de salud del mundo, por el contrario, durante su sexenio más de 30 millones de mexicanos perdieron el acceso a los servicios de salud, según datos del INEGI; el número de pobres, como se ha dicho, no disminuyó sino que creció y la percepción de corrupción entre los mexicanos aumentó: México se ubica ahora en la posición 126 de los 180 países evaluados por Transparencia Internacional, retrocediendo 4 posiciones con respecto al gobierno anterior, esto quiere decir que ahora los mexicanos perciben más corrupción en las instituciones públicas.
No hay pues ninguna transformación profunda ni radical de la vida del pueblo trabajador, mucho menos una revolución social, porque el modelo económico capitalista continúa plenamente vigente, por lo tanto, quienes detentan el poder económico y político son una gran facción de la gran burguesía nacional en contubernio con las grandes trasnacionales extranjeras quienes saquean nuestros recursos naturales y explotan a los trabajadores mexicanos a su antojo. Ahora están representados por el partido político Morena.
El poder político sigue obedeciendo, pues, a los intereses de la cúpula industrial y financiera conformada por los grandes banqueros, mineros, dueños de supermercados y cadenas comerciales, agroindustriales, etc; para quienes López Obrador y su partido son unos simples títeres que controlan a sus anchas, pues a través de él han construido un gobierno neoliberal con careta.
Para que realmente exista una transformación económica y social profunda, para que exista un verdadero cambio de régimen en el país, es necesario que gobierne el pueblo trabajador organizado y con una gran conciencia política, es necesario que gobiernen los obreros, campesinos, comerciantes, amas de casa empleados, profesionistas y estudiantes, representados por su propio partido para que ponga en práctica un programa de gobierno científico, que se proponga en primer lugar mejorar la calidad de vida de los mexicanos más desfavorecidos y que al mismo tiempo permita hacer de México una nación productora de mucha riqueza y capaz de competir con las grandes potencias del mundo.