Andi Uriel Hernández Sánchez
La semana pasada tuve la oportunidad de viajar a la sierra de Otontepec en la huasteca veracruzana y a la parte más alta del Totonacapan para participar en la ceremonia de graduación de los jóvenes de tres Telebachilleratos: Citlaltépetl, Cerro Grande y Filomeno Mata. Ambas regiones presentan altos grados de rezago social y pude constatar que en los últimos 7 años de “transformación” la situación no ha cambiado para bien.
Lo primero que salta a la vista es el deplorable estado en el que se encuentran las vías de comunicación. Para llegar hasta el municipio de Citlaltépetl, deben cruzarse varios kilómetros de carreteras llenas no solo de baches, sino de verdaderos hoyos, socavones y terracería, en algunos tramos se observa que alguna vez hubo carpeta asfáltica. Los gobiernos municipales intentan paliar la situación resanando algunos tramos, pero es evidente que sus recursos no les alcanzan para revertir el grado de destrucción, porque se necesitan inversiones millonarias.
Es evidente también, que en el gobierno estatal encabezado por Cuitláhuac García hizo reparaciones de muy mala calidad que solo sirvieron para desviar millones del erario. Por ejemplo, poco antes de llegar al municipio de Ixcatepec, cruzamos por un tramo que Cuitláhuac García promocionó mucho en sus redes sociales, cuando a finales de 2023 concluyó su reparación; en la actualidad el tramo está totalmente destruido, convertido en terracería. Antes de llegar a Chalma, tuvimos que desviarnos del camino y entrar por una brecha de terracería porque un socavón formado unas semanas antes impedía el paso.
En la región del Totonacapan la situación también es gravísima, pues para llegar hasta el municipio de Filomeno Mata deben cruzarse varios kilómetros de carreteras destruidas y el rastro de corrupción también es evidente. Poco antes de llegar a Coyutla hay un tramo de terracería en cuyo inicio cuelga una lona ya corroída por el paso de los años, en la que se anuncia una millonaria inversión para asfaltar 5 kilómetros de carretera, el dinero nunca se aplicó y hasta la fecha los habitantes de la región no saben qué destino tuvo.
La deplorable situación de las vías de comunicación son un freno para el desarrollo económico de las regiones marginadas del estado, cruzarlas es sumamente peligroso y costoso para los automovilistas y el transporte público, porque se provocan accidentes mortales y los vehículos se deterioran aceleradamente. Además, los habitantes de estos municipios corren grave riesgo porque ante una eventual emergencia de salud es imposible o muy difícil llegar a los hospitales más cercanos, sobre todo en estas épocas de lluvia. Y los caminos intransitables facilitan el trabajo de los delincuentes para cometer asaltos, robos de vehículos, secuestros y otros crímenes.
A pesar de lo reseñado, la situación no es privativa del norte de la entidad, lo mismo puede verse en el centro y en el sur, cerca de la capital del estado o del puerto de Veracruz y en las sierras de Zongolica o Soteapan, pero en todos los casos el común denominador es el mismo: se nota claramente el abandono gubernamental.
Al tomar posesión del cargo, la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció un ambicioso programa de bacheo para más de 2 mil 700 kilómetros de carreteras federales del país, llamado “El Bachetón”. Pocas semanas después, en diciembre de 2024, la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, dijo que se sumaría a estos esfuerzos con recursos y personal del gobierno estatal; cuentan los pobladores del norte del estado que unos días después se vio personal tapando unos cuantos hoyos por el rumbo de Álamo y Tuxpan, pero el “operativo” se detuvo muy rápido y de ahí en adelante no se ha vuelto a saber nada del famoso “Bachetón”.
El pasado lunes 7 de julio, en rueda de prensa, la gobernadora Rocío Nahle hizo un llamado de atención a sus colaboradores de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas para iniciar cuanto antes la reconstrucción de la red carretera. Dijo que ya se tenían seleccionados los tramos de más urgente reparación, que estaban hechos los proyectos, calculados los costos y que se contaba con los recursos para iniciar, lo único que faltaba era concluir los procesos de licitación para asignar los proyectos a las empresas constructoras y, posteriormente, iniciar las obras.
La gobernadora se comprometió a que a más tardar el 9 de julio se anunciaría a las empresas ganadoras de las licitaciones públicas, pero el plazo llegó y nada ocurrió. Recién este 16 de julio, la SIOP publicó un tímido boletín en la Gaceta Oficial del Estado, anunciando la licitación de 3 tramos carreteros pequeños (el más largo es de 4.5 km).
Hay quienes afirman que el programa de inversión está muy atorado no solo por la falta de voluntad o tortuguismo en la SIOP, el problema es de fondo y más grave: la administración estatal no cuenta con los recursos millonarios para llevarlas a cabo.
El informado columnista Arturo Reyes Isidoro, afirmó en su columna del 15 de julio: “Empresarios que hablaron con el columnista a condición de guardar su identidad, dijeron que de acuerdo a una reunión que sostuvieron con la gobernadora en una de las cámaras a la que están afiliados, prácticamente les dijo que no hay recursos para ningún tipo de obras… Los empresarios consultados comentaron que Cornejo Serrano [titular de la SIOP] les había dicho que los convocaría a una reunión para darles detalles, pero que hasta la fecha no lo ha hecho, y que por todo el proceso legal que se tiene que cubrir ya no será posible concluir alguna carretera, por lo que dan por hecho que este año ya se perdió”.
He aquí los nefastos resultados de recortar presupuesto para el desarrollo de la infraestructura urbana y las obras públicas en los pueblos y colonias; he aquí lo negativo que ha resultado una política social basada en el reparto de tarjetitas con la expresa intención de desmovilizar al pueblo y llevarlo a un estado de resignación ante la marginación y las carencias de su entorno.
Es momento de que el pueblo de Veracruz se sacuda el estado de ignominia al que lo han querido someter y observe que la realidad demuestra que no es posible ninguna transformación profunda partiendo de arriba hacia abajo, por muy buenas intenciones que tengan los gobernantes. Las únicas y posibles transformaciones sociales, han sido y serán siempre construcciones del pueblo organizado, movilizado y consciente.