DISMINUCIÓN DE LA POBREZA Y PERSISTENCIA DE LA DESIGUALDAD

Samuel Aguirre Ochoa

Uno de los principales indicadores que se utilizan para evaluar el desempeño de los gobiernos y los partidos en el poder es el de observar si la pobreza subió o bajó en el país. De aquí que los gobernantes, sabedores que de la percepción que logren sembrar en la opinión pública sobre este hecho, depende su permanencia o no en el poder, se lancen a proporcionar estadísticas en el sentido de que las cosas en el país van bien, aunque los datos difundidos no se correspondan con la realidad.

Esto viene a cuento con el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum de que en México hubo una disminución importante de la pobreza y de la pobreza extrema, alcanzando niveles sin precedentes en la historia del país: más de 13 millones de personas dejaron la condición de pobreza y más de 5 millones salieron de la pobreza extrema entre 2018 y 2024. Según ella, tal reducción es atribuida a las políticas de la Cuarta Transformación, incluyendo el aumento del salario mínimo y los Programas para el Bienestar.

La medición de la pobreza es un tema controvertido con diferentes opiniones en cuanto a la metodología utilizada y los resultados obtenidos. En México, mientras el gobierno federal celebra la reducción de la pobreza en términos absolutos, entre la gente existe preocupación por la falta de transparencia en la elaboración de las mediciones de este agobiante problema de la humanidad.

Por citar ejemplos. 1. El economista, profesor e investigador del Colegio de México, Julio Boltvinik califica las estadísticas dadas por la presidenta en relación con la reducción de la pobreza en México como falsas. También señala que el método utilizado en la medición es un método que artificialmente disminuye la pobreza, que no toma en cuenta el crecimiento del Producto Interno Bruto y que está lleno de trampas para maquillar los datos. Sostiene que el INEGI utiliza datos inventados y manipulados tomados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) para mentir con los resultados en la medición de la pobreza. A esto último se debió la curva que mostró la presidenta sobre la pobreza, pero que no indican la verdad.

Hasta el año pasado existió el Coneval como órgano autónomo para medir la pobreza, tal como lo estipula la Ley General de Desarrollo, un organismo muy necesario, porque cuando los políticos o un gobierno se evalúa asimismo tiende a pintar de color de rosa los problemas, tiende a contar cuentos de hadas, a pintar maravillas que solo existen en su cabeza. A pesar de esto, el pasado 25 de junio, la Cámara de Diputados aprobó un dictamen para extinguir el Coneval y transferir sus funciones al INEGI, órgano totalmente controlado por el gobierno. De ahí que el gobierno ahora se evalúa a sí mismo, lo que constituye un retroceso de la actual sociedad.

  1. La Oxfam México asegura que el nivel de desigualdad en el país sigue siendo alarmante, pues México se encuentra en niveles de desigualdad similares a países como Colombia (0.72), Namibia (0.73) y Sudáfrica (0.74). Pues mientras los más pobres perciben 2 mil 168 pesos al mes por persona, es decir, poco más de 70 pesos al día, los más ricos ganan 958 mil 777 pesos mensuales, es decir 31 mil 959 pesos diarios.

La presidenta señaló que los programas de la 4T contribuyeron a la disminución de la pobreza: cuando los ingresos aumentan es cierto que ayudan, que es algo bueno. Los programas de transferencias directas, como las pensiones para adultos y becas, son necesarios y benéficos, siempre y cuando no se otorguen a costa de hacer grandes recortes a la salud, recortes al campo y a la construcción de obras y servicios colectivos que mejoren la calidad de vida de las familias en los pueblos y colonias. De lo contrario, dichos programas benefician al sostenimiento del capitalismo, porque desmovilizan a la gente y la llevan a un estado de resignación.

Sí a los programas de transferencia directa, pero no a costa de dejar de lado el crecimiento económico y de endeudar al país, de lo contrario, con el tiempo será necesario hacer recortes también a los mismos programas del bienestar, hecho que llevará a un descontento generalizado que solo podrán detener mediante la represión violenta.

Es cierto que hubo un incremento de los salarios mínimos, pero hay que tomar en cuenta que casi 6 de cada 10 mexicanos trabajan en el sector informal, en los que no aplica esta medida; el desempleo en México es alarmante, lo que ocasiona que muchos paisanos tengan que salir al extranjero en busca de trabajo y, con la política instrumentada por Donal Trump, muchos están siendo deportados, con la consiguiente disminución de las remesas.

La inmensa mayoría de los mexicanos sabemos que el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum no corresponde con la realidad, que la situación de pobreza e inseguridad constituyen un grave problema. Sabemos también, que la riqueza cada día está más concentrada entre los dueños de los grandes monopolios, sufrimos de infinidad de carencias y necesidades, al grado de que los ingresos no alcanzan a cubrir la canasta básica, muchos menos para acceder a la cultura y a la recreación. El hombre no solo vive de comer, tiene necesidades espirituales.

Debemos entender que en el orden económico capitalista las cosas no van a cambiar para bien, por el contrario, cada vez empeoran más, por tanto, es un error no asumir una actitud crítica de los acontecimientos políticos y sociales de México, cruzarnos de brazos a esperar que un grupo de iluminados venga a resolver nuestros problemas. Para mejorar nuestra condiciones de vida se hace indispensable la movilización y la organización social independiente. Sin esto, solo se repetirá la historia en que el gobierno mexicano se sirve de programas y obras para mediatizar a la población.