Dos años de crímenes sin castigar en Gaza

Andi Uriel Hernández Sánchez

Todas las personas bien nacidas del planeta tenemos que sentir profunda indignación por los crímenes y todo tipo de abusos que ha cometido el Estado sionista de Israel, con apoyo y patrocinio de Estados Unidos, en contra de la población palestina que vive en la Franja de Gaza. El próximo 7 de octubre se cumplirán exactamente dos años desde que el gobierno israelí inició el genocidio y desplazamiento forzoso de más de 2 millones de gazatíes, como última parte de su plan de exterminio contra los palestinos, iniciado hace más de 75 años.

En la Franja de Gaza se comete un genocidio en toda regla; no se trata de una opinión de las fuerzas progresistas o de los disidentes del sistema, debe entenderse como un hecho a secas, cruel e inhumano, que a estas alturas reconocen la mayoría de los organismos internacionales sobre derechos humanos, decenas de países por todo el mundo y hasta la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), desde el 7 de octubre de 2023, el Estado de Israel ha asesinado a más de 64 mil 905 palestinos en la Franja de Gaza; en su mayoría se trata de niños, adolescentes y jóvenes. Dicho organismo calcula que han fallecido más de 19 mil niños y niñas de entre 0 a 12 años de edad, no solo como consecuencia del intenso bombardeo sobre hospitales, escuelas, templos y refugios, sino también como resultado del bloqueo de alimentos, medicinas y energía que han provocado una de las mayores hambrunas modernas y la propagación de enfermedades.

Los beneficiarios del genocidio son los gigantescos monopolios financieros, industriales y comerciales que controlan al gobierno de los Estados Unidos y que tienen como objetivo apoderarse de los mercados y las riquezas del planeta entero, como mecanismo de supervivencia del capitalismo. Así lo documentó recientemente la relatora especial de las Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados en su informe “De la economía de la ocupación a la economía del genocidio”.

“Gaza se ha convertido en el campo de pruebas ideal para los fabricantes de armas y para las grandes tecnológicas, se ha convertido en el laboratorio del mundo empresarial y una ventana a nuestro propio futuro, mientras que los inversionistas se benefician libremente”, señala el informe en cuestión. También se han sumado los monopolios de la industria de la construcción y los materiales, la agroindustria, la industria turística, el sector de bienes y las cadenas de suministros, financiadas por un poderoso sector financiero que incluye bancos, fondos de pensiones, universidades, aseguradoras y supuestas organizaciones humanitarias.

Incluso han salido a la luz documentos que revelan los planes de múltiples empresas comerciales y financieras para convertir a la Franja de Gaza, una vez exterminados los dos millones de seres humanos que la habitan, en una Riviera en Medio Oriente con espacios de lujo y esparcimiento para la élite de ultrarricos que existen en el planeta; así también se han dado a conocer proyecciones para construir modernos centros de concentración y exterminio como los que en su tiempo usaron los nazis en contra de los pueblos que sometieron.

Por todas estas razones, la indignación ha ido creciendo como espuma por muchos rincones del planeta, incluso en el corazón del propio imperialismo estadounidense y en sus países aliados. Decenas de miles de trabajadores y estudiantes en los países del Occidente colectivo han salido a las calles para protestar en contra del silencio cómplice de sus gobiernos y han exigido medidas económicas y hasta militares en contra de Israel para frenar la masacre en Gaza.

La inobjetable indignación mundial ha obligado a los gobiernos de muchos países occidentales a tener que “reconocer” la existencia de un Estado palestino y en la Asamblea General de la ONU, en marcha por estos días, se está discutiendo, por enésima vez, la posibilidad de dividir el territorio de Palestina en dos Estados, cada uno gobernado por instituciones independientes. Dicha medida se ha propuesto desde hace más de 75 años, cuando inició la ocupación sionista, y nunca ha funcionado por la férrea oposición de Israel y su agresividad en contra de los centenarios habitantes de dicho territorio.

Sin embargo, diversos analistas consideran como un acto de hipocresía de los gobiernos occidentales “reconocer” la existencia de Palestina y, al mismo tiempo, seguir tolerando el exterminio de su población frente a los ojos y las cámaras del mundo entero, contra al que no se dictado medida concreta. Pues mientras se discute la posibilidad de los “dos Estados”, las grandes empresas beneficiadas del genocidio continúan haciendo jugosos negocios y generando exorbitantes ganancias a costa del sufrimiento humano.

El genocidio en la Franja de Gaza se ha convertido en un ejemplo mundial de las atrocidades que son capaces de cometer los dueños y beneficiarios del capitalismo monopolista para tratar de alargar artificialmente la vida de un sistema económico que ha entrado en su fase de crisis terminal. El capital, como hemos dicho otras veces, no tiene moral ni entraña, únicamente obedece a las leyes de acumulación de riqueza de unos pocos multimillonarios a costa de la extracción del trabajo no pagado a millones de obreros.

A los mexicanos deben importarnos estos temas, aunque nos parezcan muy lejanos, porque formamos parte de los pueblos subdesarrollados y expoliados por el imperialismo, y porque cada vez observamos una actitud mucho más agresiva en contra nuestra; lo que ocurre en Gaza bien puede convertirse en un espejo de lo que nos espera si se le dejan manos libres al imperialismo. Debemos estudiar con cuidado estos fenómenos para darnos cuenta de que el mundo entero se encuentra en el filo de la navaja y que, si la humanidad quiere sobrevivir en este planeta, es necesario superar el modo capitalista de producción y construir una sociedad nueva y superior, que tenga como objetivo primordial satisfacer todas las necesidades de los seres humanos y no el enriquecimiento irracional de unos cuantos.